domingo, 18 de julio de 2010

Sensación de inseguridad

Lo que le paso a otrxs tipejxs 1

Sensación de inseguridad

Una porción de estudiantes universitarios (en especial los ingresantes) acostumbra visitar boliches en las noches de jueves y viernes, algunos en algunos de estos lugares suele haber despampantes bailes eróticos, propiciados por esculturales muchachas. Los shows suelen ser "subidos de tono" e incluso en ocasiones las bailarinas invitan a participar a algun valiente del público que envalentonado por el alcohol y motivado por los amigos, se entrega a los inesperados caprichos de las streepers.

Destacada entre muchas de las noches rosarinas se encuantra la experiencia de un joven paisano cuyo nobre no mencionaré. Con apenas 19 años, el novel estudiante era de entre sus amigos el que más frecuentaba la noche. Tal es así que fue bautizado por uno de ellos como "el bombero" en alusión a la excepcional rapidez con que asistía a reuniones, fiestas y salidas grupales cada vez que era solicitado para tales tareas. Solo bastaba con hacerle saber mediante llamada telefónica, mesaje de texto o señales de humo cuál sería el destino: bar, boliche, pub, peña, fiesta privada; para que él, en cumplimiento de su deber de hombre de la noche, confirmara su presencia posponiendo toda actividad no relacionada al ocio nocturno, estando entre estas abandonadas actividades: el estudio, el sueño, la televisión y el mate.

"El bombero" era de aquellos que antes de que termine la farra del jueves ya estaba pensando en la del viernes, aptitud esta que provocaba el desconcierto y las risas de quines solían acompañarlo en las salidas.



Cierto es que nadie podía seguirle el ritmo, niguno de sus amigos se encontraba en condiciones de acompañarlo en su frenesí que arrancaba el miercoles (en un boliche llamado Roswell, que abría los miercoles) y terminaba el domingo, despues de mirar "Futbol de primera". Lejos de quedar solo, solía acomodar su agenda para salir cada día de la semana con cada grupo de gente. Amigos de su ciudad natal residentes en Rosario , compañeros de la facultad, amigos del cyber, compañeros de su equipo de basquet y eventuales conocidos nutrian su semana. Acomodaba los días y los lugares de acuerdo a las preferencias de sus acompañantes. Así podía ir a los bares con los más borrachos, a los boliches con los danzarines, a las peñas universitarias con los mujeriegos, etc. Con este eficiente método nuestro playboy estaba provisto de la compañia necesaria.

Vale la pena aclarar para advertencia del lector, que "el bombero" apesar de las suposiciones, de Dandy solo tenía los habitos y los ojos celestes. Estudiantes medio entre los medios, acostumbraba ajustarse el cinturon el todos los demas gastos para poder llevar a cabo su caravana fiestera. Tampoco contaba nuestro paisano entre sus características con el don de la extroversión y aunque no tenia carisma tenía una sonrisa compradora.

Es probable que aquella blanca cerca perlada que asomaba entre sus labios haya sido lo que llamó la atencion a las bailarinas, lo cierto es que pasado el numero en que la señorita vestida de enfermera acorralaba cerca del infarto a los espectadores, comenzó férreamente musicalizado con AC/DC y ambientado en un clima que podría denominarse "heavy". Predominado la cuerina negra y las tachas entre la minúscula vestimenta de la mujer policía y la rubia de medias de red.
Nuestro amigo eufórico y según el " hasta las tapas" ahogado en heineken, apenas invitaron a alguien del público a subir, estiró los brazos buscando el cielo, como si repartieran Coca cola en el desierto y él tuviese una caja de fernet branca y mucha sed.

Quedando bien claro que nuestro héroe tenía muchas ganas de subir y mientras sube por una de las escaleras aledañas al escenario (con caño y todo), es menester hacer una pausa en el relato. Esta intromisión se debe a que un importante detalle se nos escapaba entre las tachas, y es que "nuestro bombero" tenía, en ese entonces, una novia. Muy bonita y dos años más grande que él, había sido plantada inescrupulosamente cuando la sirena de emergencia llamó a apagar un incendio en el cabaret de cordoba y caferata.

Quedando completo, ahora sí, el contexto, volvamos donde nuestro bombero, en las tarimas del escenario, con su simpática sonrisa y aunque ebrio, muy nervioso. Los amigos aplaudiendo a más no poder, ACDC despachando infinitamente Highway to hell.

Cuando sonó el repique del latigo contra el piso, proveniendo el extraño sonido de las imediaciones de su costado derecho, la sinapsis se produjo en su medula espinal y su reflejo fue el de encojerse hacia a la izquierda retirando su diestra hacia el pecho como protegiendo a un gatito.
Comenzaba a comprender que la actitud hostil de las dos streapers no guaraba relación con su persona sino que era parte el show. Cuando fue puesto de rodillas y tomado de los cabellos provenientes de la zona de su nuca, comprendió que el gatito era él. Tuvo ganas de bajarse de ese escenario y mientras le levantaban la remera y lo asotaban en el lomo resolvió soportar un poco más.

Entre las personas que lo habian acompañado y motivado para que suba, algunas se notaban preocupadas y otros estaban extasiados de la risa. Cuando decidió decirle a la rubia de medias de red y látigo en mano, que queria bajar fue amordazado por la espalda por la mujer policia que ahora parecida más enojada que nunca.

El show sado-masquista le había resultado atractivo a nuestro paisano, pero en otras ocasiones, en lugar de espectador. Ahora sin duda la sensación era otra, la verguenza era tan o más dolrosa que los latigazos y la incomoda posicion en la que se encotraba (desnudo y en cuclillas), no hacia más desesperarlo.

Una vez que fue lo suficientemente castigado y pisoteado por las largas botas de brilloso cuero, fue despedido con un caluroso aplauso y un suculento premio.

La noche siguiente, ya a salvo en el bar del centro del pueblo reunido con sus amigos, mostró las marcas en la espalda (como si fuesen heridas de guerra) y contó que el premio fue una hora con una de las chicas del local, en una de las habitaciones que hay entre el escenario y la barra. una semana despues asumió que la chica con la que pasó a recibir el premio no era en realidad una chica. Que él era "el bombero", pero que esa manguera no era suya. en 7 dias pasó por varios estados. Primero fue mártir, luego heroe, luego pecador. Pero algo hay que reconocerle y es que para su novia nuca dejó de ser un santo; porque cuando ella vió las marcas en su espalda el le explicó que en una vioneta experiencia le habian robado la billetra. A pesar de no haber hecho la denuncia, ella le creyó y supongo que pensó que los ladrones arañan y siempre llevan consigo un buen látigo.

31/12/08

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