Son los billetes que me corren por las calles de la mente, monedas de todos los tipos me persiguen incluso por los callejones neuronales laterales.
- ¡Nos oprimen! - grita un tipo por la radio, relatando los hechos.
No quiero que me atrapen, no quiero ir a la escuela, al trabajo, al entierro.
Van cayendo los cheques sobre el asfalto de las avenidas, en forma de barricadas, corremos (ahora somos muchos), buscamos amparo detrás de un hospital, nos escurrimos por debajo de una pared semi-destruida, a punto de caerse.
Hay quienes proponen refugiarse en los cajeros automáticos, donde podrían recibir alguna ayuda contraprestación superyóica mediante.
Finalmente decidimos resistir irracionalmente. Cooperar no se descarta, ni de un lado ni del otro.
El bombardeo de vencimientos, impuestos y alquileres es un hecho inevitable. Nuestros bunkers precarios tiemblan pero sobrevivimos.
Oímos pedidos de ayuda, alguien pasa gritando nombres de personas, otros proponen ideas inviables, cae la noche.
N. R
volvi!
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