1970-2010"iremos juntos a los bailes de las esquinas liberadas"J. C
HIPOCONDRÍA
Desde que supe de que se trataba la hipocondría temÍ padecerla, de hecho de vez en cuando me parece tenerla.
Un día comenzó la sensación de quedarme sordo, lo pensé como un síntoma hiponcondíaco. Con el tiempo llegué a confirmar que no lo era. Con el correr de los días podía notar como mi percepción auditiva se empobrecía.
La idea de despertarme una mañana sin poder oir nada me preturbaba. Así fue como empezé a hablarme a mi mismo en las primeras horas de la mañana, a veces hasta me despertaba en medio de la noche para testear mi audición. Solo lograba confirmar la sensación de escuchar notoriamente menos que el día anterior.
A pesar del diagnóstico médico, el fantasma del silencio comenzó a perserguirme. El pánico de la sordera lograba distraerme casi de todo y fue convirtiendose en obsesión.
Una tarde me encontraba en el balcón de mi casa tratando de oir el paso del tren que acostrumbaba pasar por esas horas. En el semáforo de la esquina un auto no retomaba su marcha, a pesar de la luz verde encendida hacía ya varios segundos. Por primera vez el odioso ruido de las bocinas enfurecidas, de los autos enfurecidos, de sus dueños enfurecidos, por primera vez eso me resulto placentero. De esa menera fue que imaginé una solución a mi problema, o mejor dicho a mis problemas, ya que la sordera potencial habia generado tambien otras inquietiudes.
Mi pregunta de todos los dias era ¿como hare para retener todos los sonidos? Porque en verdad me enloquecia la idea de que una vez ya sordo, ya que eso me resultaba inevitable, no poder recordar aquellas hermosas melodias, sonidos y ruidos, como una canilla goteando o el maullido de un gato.
Así fue como como empezé a registrar todo cuanto podía. Compré un grabador y 155 casettes. Pude alardear una coleccion de casi todos los sonidos que un oido humano puede albergar. La infinitud del universo sonoro fue un concepto que preferi evadir.
Cuando me halle casi satisfecho de mi archivo audible, caí en la reflexión de que por un par de semanas habia relegado mi obsesión de la sordera a un segundo plano, basto ese segundo de lucidez para darme cuenta que ya no oia con tanta intensidad el segundero del reloj de pared de la cocina. Termine el cafe con sombria resignacion y comence con la segunda fase del plan de registro auditivo, el cual consistia en escuchar lo registrado hasta el momento tratando de memorizar cada sonido, dedicando especial atencion a las voces femeninas "para poder interpretarlas mejor cuando se dirijan al sordo que seré en el futuro", me decia a mí mismo notando como tambien mi voz interior se debilitaba.
Al escuchar la 5ta sinfonia de Bethoven volví a recordar mi futuro. Descarté la música clásica y me encerré días y noches a escuchar discos de bossa nova, tangos y boleros. Para apreciar mejor todos los ruidos, sonidos y conciertos, compré un amplificador y más tarde un par de auriculares, con el tiempo aumente la potencia hasta conocer el limite.
El volumen no resulto infinito, tal como habia presentido, mis oidos tampoco. Al mes y medio finalmente descubri que me habia quedado sordo.
El doctor me pregunto con letra ilegible si había expueto mis oidos a un volumen extremo, le grite afirmativamente; miré la hora, cerre los ojos y recorde el sonido del tren.
N.R (Nov 2008)
